Tests de estimación del FTP

Tradicionalmente se define el FTP (Functional Threshold Power) como la potencia que un ciclista puede sostener durante aproximadamente 60 minutos hasta el agotamiento y que, de forma teórica, refleja el segundo umbral fisiológico (LT2) del deportista. Este concepto nació con la idea de disponer de una medida práctica en el campo, sin necesidad de pruebas de laboratorio, para conocer el punto de equilibrio entre la producción y el aclarado de lactato. Sin embargo, son muy pocos los ciclistas que realizan un test real de una hora para establecer su FTP: es un esfuerzo muy exigente física y mentalmente, difícil de programar en medio de un plan de entrenamiento y que puede interferir en la carga de los días posteriores.

Por esa razón han surgido distintos métodos indirectos para estimarlo. El más popular es el conocido como p20: una prueba de 20 minutos en la que, tras calcular la potencia media, se aplica una corrección del 95 %. El resultado pretende ser el valor de FTP del ciclista. La lógica detrás de este ajuste es que, si se resta un 5 % a la potencia media obtenida en un esfuerzo de 20 minutos, se obtiene una cifra aproximada de lo que se podría mantener durante una hora completa.

En los últimos años, no obstante, han empezado a proliferar tests todavía más cortos, con el objetivo de reducir la fatiga psicológica y física que supone un esfuerzo máximo de 20 minutos. Entre ellos se encuentran el p8 o incluso el p5, en los que se extrapola el FTP a partir de esfuerzos de 8 o 5 minutos. El problema es que estos protocolos se apoyan en relaciones teóricas entre la PAM (Potencia Aeróbica Máxima) y el FTP, asumiendo que todos los ciclistas mantienen un porcentaje similar de la PAM durante una hora. La evidencia científica ya ha demostrado que este porcentaje varía mucho entre individuos, de modo que tratar de estimar el segundo umbral con estos tests es una sobresimplificación que puede conducir a márgenes de error muy elevados.

Un ejemplo reciente lo aporta el artículo de Gough et al. (2025), publicado en el Journal of Science & Cycling, que analizó de forma rigurosa la fiabilidad y la validez del test de 20 minutos. Su conclusión fue clara: el p20 tiende a sobreestimar el FTP en ciclistas entrenados. En su estudio, la mayoría de los participantes no logró sostener durante una hora la potencia que teóricamente representaba su FTP calculado como el 95 % del p20. Es decir, el clásico “test de 20 minutos” no siempre refleja la potencia realmente sostenible durante 60 minutos.

Este hallazgo abre un debate interesante: ¿qué es exactamente el FTP? ¿Debería definirse estrictamente como la mejor potencia que un ciclista puede mantener durante una hora o, más bien, como un marcador práctico del segundo umbral ventilatorio o de lactato? En la práctica, el FTP se ha convertido en una métrica de control y planificación de entrenamientos, y quizá su función sea más esa, la de servir como referencia para la prescripción de cargas, que representar un dato fisiológico “puro”.

The Athlete's Guide to FTP

En este contexto surge otra métrica complementaria: el TTE (Time To Exhaustion), o tiempo que un ciclista es capaz de sostener su FTP. Este dato aporta información sobre la “durabilidad” del deportista, es decir, su capacidad para mantener un determinado nivel de esfuerzo. Sin embargo, su interpretación también tiene limitaciones: en un entorno real, la potencia raramente se mantiene perfectamente estable durante una hora, especialmente en competición. Los cambios de ritmo y los esfuerzos breves de alta intensidad influyen notablemente en la potencia normalizada (NP), un indicador que pondera la variabilidad de la potencia. Cuantos más picos de intensidad por encima de la PAM, más se alejará la NP de la potencia que un ciclista podría sostener de forma constante en un esfuerzo controlado.

En definitiva, no existe un único camino para obtener el FTP. Podemos recurrir a modelados de curvas de potencia, leyes de potencia crítica, tests de diferente duración o incluso mediciones directas en laboratorio mediante lactato o análisis de gases. Todos estos métodos, sin embargo, son estimaciones del umbral teórico, y están sujetos a variaciones derivadas del estado de forma, la fatiga acumulada, la estrategia de pacing, la motivación o incluso las condiciones ambientales.

Por ello, más que obsesionarse con un número exacto, lo importante es entender qué representa el FTP y cómo evoluciona en función del entrenamiento. Es una herramienta útil para monitorizar el progreso, pero siempre dentro de un marco de interpretación flexible: el FTP cambia con el tiempo, tiene un margen de error inevitable y, como demuestra la literatura científica más reciente, no siempre coincide con los 60 minutos de potencia sostenida que tradicionalmente se le atribuyen.

Comentarios