Hace unos días vi una entrevista a Kilian Jornet donde se hablaba de que la psicología en el deporte es el área en el que más margen de progresión hay hoy en día entre los deportistas. Ciertamente, no puedo estar más de acuerdo.
Vemos bicicletas cada vez más aerodinámicas y ligeras, cascos, calcetines y posiciones que se liman al extremo. El mundo del entrenamiento ha avanzado mucho sí, pero cada vez hay menos margen para destacar en este aspecto. Todos los equipos World Tour tienen a los mejores entrenadores para asegurarse de ello. La nutrición está totalmente enfocada a sacar el máximo partido a las cualidades de los ciclistas. Pero, ¿qué pasa con la psicología?
Hace poco, tras el Tour, Tadej Pogacar anunció que estaba valorando retirarse pronto. A muchos les sorprendió por su enorme juventud pero pocos tienen en cuenta que se le exige ganar desde febrero a octubre. Cualquier cosa que no sea una victoria no dudan en remarcarlo como fracaso. Las comparaciones con Merckx son un elogio y una presión. Todos esperan y desean que desbanque al Caníbal como mejor ciclista de la historia, pero pocos olvidan que Tadej es, ante todo, humano. Las redes sociales están llenas de comentarios sobre él, tanto positivos, como negativos. Dudo que sea capaz de salir a la calle sin que le pidan vídeos y fotos. Imaginaos lo que supone para él salir a entrenar cada día y que todos intenten ver cuánto tiempo aguantan a su rueda.
Otro caso a destacar es el de Juan Ayuso. No me quiero ni imaginar la presión que debe soportar alguien que está mal dentro de su equipo. Ha logrado salir para la próxima campaña, es cierto, pero las críticas dentro y fuera de UAE no han cesado. A alguien con 22 años se le exige que sea Pogacar, pero gente como Tadej son la excepción entre las excepciones.
Estamos habituados a ver cómo los ciclistas juveniles pasan directamente a profesionales. Hace años esto era impensable, pero hoy es la norma entre aquellos llamados a ser estrellas del deporte profesional. Y no nos engañemos, la mayoría de ciclistas profesionales reciben el salario mínimo y deben pelear casi en cada temporada para demostrar que merecen seguir en el profesionalismo. Los chavales de menos de 18 años, aún adolescentes, deben convivir con la noción de que tienen que destacar para pasar a profesionales (algo complicado) o a un equipo sub23 (cada vez quedan menos y su economía no es muy halagüeña). Se debatía hace unos días si los deportistas junior debían ir o no a altitud pero es innegable que cuando tus rivales lo hacen, estás potencialmente en desventaja si no te unes a esa tendencia. Con ello quiero destacar que no estoy justificando ni promoviendo nada, simplemente mostrando una realidad de lo que es el ciclismo actual.
Son muchos aspectos los que tiene que gestionar el deportista en su cabeza y para ello, los entrenadores debemos jugar un papel fundamental. Nuestro trabajo no es solo prescribir y analizar entrenamientos. Debemos entender a la persona, su contexto y todo lo que esto conlleva. La inteligencia artificial puede avanzar mucho pero jamás entenderá lo que es entrenar con frío, pasar hambre o que le duelan las piernas.
Comentarios
Publicar un comentario